La bestia se acercó con gran furia dando un golpe fuerte a la criatura nocturna. Desorientada, la mujer pudo ponerse de pie, el dragón seguía arrojándola al piso con cada golpe que daba, golpes que ella esquivaba lo más ágil posible. De pronto, el dragón lanzó un rugido muy fuerte y ensordecedor.
Exhausto quizá por su viaje cayó al suelo, su respirar era demasiado rápido. Ella se levantó del suelo y caminó hacia dónde el dragón se encontraba inmóvil. Se acercó poco a poco, temerosa y asombrada. Nunca en su vida había visto un ser tan majestuoso. Era un dragón enorme e imponente, pero su mirada reflejaba un profundo dolor.
El dragón miró a los ojos a ella, exhaló profundamente y cayó sobre sí mismo en el suelo. Su respiración demostraba un cansancio excesivo. Gimió un poco con debilidad. La mujer sintió curiosidad y se acercó a la bestia que yacía tendida en el suelo. Observaba maravillada por la belleza de la bestia. La piel escamosa con un color purpura tornasolado, pero a pesar de las escamas era como el terciopelo al tacto.
Se inclinó frente a él, colocó una rodilla sobre el suelo. Temerosa extendió su mano para tocar la frente del dragón. El dragón movió la cabeza y gruñó. Ella volvió a intentar tocarlo, esta vez el animal no se movió, permitió que ella se acercara. Comenzó a frotar la cabeza suavemente, la mandíbula, los picos que salían de la trompa del animal.
El dragón volvió a moverse empujando a ella un poco hacia atrás y recostó su cabeza sobre sus piernas. Ella siguió acariciándolo como si fuese un cachorro desprotegido. ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas? -Se Preguntaba ella en su mente- Los dos quedaron largo rato relajados uno con el otro. A lo lejos se escuchó el cantar de los gallos lo que indicaba que pronto amanecería y ella debía encontrar un lugar seguro para resguardarse.
Intentó moverse, pero el peso de la cabeza del dragón impedía que lo hiciera con total libertad. “Levántate! Es hora de irse”- dijo ella apresurada. El animal abrió un poco los ojos y volvió a perderse en el sueño. Ella sabía que estaba expuesta a ser encontrada y cazada durante el día. Estaría más segura viviendo en grupo con los suyos, muchos aspectos de su naturaleza serían más fáciles sin embargo ella decidió vivir alejada de la compañía de su grupo.
El sol estaba por salir, en el horizonte se apreciaban la luz. Ella seguía atrapada bajo el cuerpo del dragón. “Vamos muévete” – le gritaba con desesperación empujando la cabeza hacía adelante. en un último intento logró liberar una de sus piernas. De pronto observó que el dragón tenía una herida bajo el cuello. Y vino a su mente una idea que la salvaría de los mortales rayos del Sol. Se estiró hasta tocar la herida. El animal gruñó por el dolor, dio la vuelta y ella pudo salir.
El dragón siguió tendido. Ella se puso de pie y corrió al bosque. ¿Qué pasará con este ser? -Pensó, se detuvo y dudó en irse. De alguna manera el contacto con la bestia creo una conexión. Volvió la cabeza y lo observó. “Lo siento, no puedo quedarme”- Le dijo desde lo lejos. “Volveré al anochecer, por favor espera por mí”. Corrió nuevamente, la claridad del día se hacía cada vez más visible. Corrió y corrió observando a su alrededor un lugar para protegerse, vió a lo lejos una pequeña cueva y fue en esa dirección, sin embargo era demasiado pequeña y poco profunda. A unos cuantos metros se ubicaba una pequeña cueva de piedras. “Perfecto! Con esto será suficiente”- Movió una piedra de poco más de media tonelada hasta la entrada de la pequeña cueva cubriéndola casi por completo, dejó una abertura por la cual entró y cerró la cueva hasta quedarse totalmente a oscuras. Cedió ante el cansancio de su cuerpo cerrando poco a poco sus ojos hasta perderse en el mundo de los sueños.